Haciendo un análisis, el balance de la guerra hasta el momento deja a las compañías relacionadas con la salud, los recursos básicos y la energía como aquellas que han sabido moverse mejor desde que el 24 de febrero empezaran los ataques, mientras que las empresas más ligadas al consumo como las firmas de retail o las automovilísticas se posicionan como las que más han sufrido en bolsa los vestigios de la guerra. En este sentido, son Bayer y Linde, las dos firmas que más se han revalorizado desde el comienzo de la beligerancia. Su naturaleza defensiva (se trata de una empresa farmacéutica y de una firma química) ha favorecido que sus acciones se revaloricen entre un 17 y un 25%.

Tras estas dos nos encontramos con Iberdrola. La eléctrica española ya repunta más de un 10% y sigue siendo, a pesar del ruido regulatorio que sobrevuela a las firmas de su sector, una de las empresas que más varían en estos últimos dos meses y aún tiene un recorrido superior al 10% para la media de firmas de inversión, que sigue recomendando mayoritariamente tomar posiciones en ella.

Por otro lado, Prosus (muy ligada al consumo) y los bancos ING e Intesa Sanpaolo son los que más han sufrido en su cotización en el inicio y desarrollo de la guerra. Una lista en la que también entra las automovilísticas Volkswagen y BMW y la española Inditex, muy penalizada en las últimas semanas.

Sin embargo, su desempeño en bolsa no es lo único en lo que se han visto afectadas las europeas cotizadas desde el inicio de la contienda en Ucrania. Dada la exposición de muchas de las compañías del Viejo Continente a la economía de los dos países beligerantes, la previsión de ingresos y beneficios para los valores dentro del Stoxx 600 se ha recortado en los dos últimos meses para más de la mitad de los valores que lo componen, según el consenso de mercado recogido por FactSet.

Así, las aerolíneas Lufthansa y la low cost de origen británico Wizz Air se llevan el mayor recorte de su beneficio neto estimado para 2022, si se compara con lo proyectado antes de la guerra. En ambos casos, los bancos de inversión estimaron que 2022 iba a suponer la vuelta a los beneficios después de la reducción del tráfico aéreo por el coronavirus un 2021, aunque las últimas estimaciones apuntan a que en este ejercicio ambas seguirán registrando pérdidas. Además, Lufthansa y Wizz Air tienen que soportar el auge de los precios del petróleo, que aprieta sus márgenes, y para Wizz Air la guerra le afecta también por la privación del espacio aéreo ucraniano, dado que esta low cost tiene la mayor parte de sus rutas en Europa del Este. También la italiana Telecom ha visto cómo la guerra recorta un 74% la previsión de beneficios netos para 2022, hasta los 142,3 millones de euros y para la Siemens alemana, el deterioro de su cuenta de resultados rozaría el 60%.

En el otro lado, existen compañías que no se han visto afectadas por la guerra y que, para el consenso del mercado, la evolución de su negocio desde mediados de febrero hace pensar que el cierre de este ejercicio será mejor de lo esperado. En este punto entra la cadena de entretenimiento sueca Nordic, que multiplica casi por cinco el beneficio neto para el ejercicio en curso hasta los 60 millones de euros o del grupo francés de inversión Wendel, que duplicaría su resultado al cierre de 2022 si se compara con lo proyectado antes de que estallara la guerra.

Las españolas más dañadas

Las cotizadas españolas tampoco escapan a la revisión de los analistas y de su estimación de beneficios desde que comenzó la guerra en Ucrania, aunque esta no sea la única causa o la principal. Así, casi la mitad de los valores dentro del Ibex 35 registra un deterioro de su beneficio proyectado para 2022, si se compara con los datos recogidos en febrero. IAG se lleva el mayor castigo con un recorte de casi el 20% de lo previsto para 2022 hasta los 101 millones de euros de resultado neto al cierre del ejercicio. Grifols es otra de las compañías afectadas cuyo negocio lleva resentido desde que comenzó la pandemia y en Cellnex las firmas de análisis también estiman un deterioro, aunque esté más ligado a su proceso de inversión en Europa.